El recital no cesa. Nadal agarra fuerte la batuta y marca el ritmo más frenético. De su raqueta emanan miles de armoniosas notas musicales que consiguen atrapar al público desde el primer instante. Golpes liftados, saques directos, derechas que besan la línea en los momentos más críticos … El repertorio es tan completo y atrayente que los acordes de su juego hipnotizan a los rivales. Djokovic, Raonic, Isner, Berdych y Federer, especialistas en pista rápida, se han visto obligados a claudicar ante sus magistrales obras en Montreal y Cincinnati. Dos proezas, en apenas una semana, tras 40 días fuera de las pistas. Arrebatador.
Los anhelados ‘conciertos’ de Rafa han ganado audiencia y amplitud. Sus actuaciones no se limitan a la arcilla, sino que también se amoldan al cemento, superficie en la que suma 15 victorias consecutivas desde que pusiera a prueba su rodilla en Indian Wells. Ahí, en California, nacieron esos compases ganadores que le permiten mantenerse en lo más alto del podio, donde los directores de orquesta más reconocidos muestran su verdadero talento.
Nadal escribe partituras para la historia. Inconformista, goza de una mente privilegiada que se oxigena a través de la superación diaria. Su actitud es encomiable y todo un aval de sus numerosos éxitos en 2013. Nueve títulos, incluidos cinco Masters 1.000 y un Grand Slam (Roland Garros), reflejan su descomunal ambición, la misma que le permitió lograr 11 trofeos en su debut en el circuito profesional con tan solo 19 años.
El tiempo pasa, pero la filosofía del manacorí es inamovible: tanto el éxito como la adversidad son estímulos para seguir derribando barreras. Prueba de ello son las 53 victorias y tres derrotas que atesora esta temporada, en la que ya luce el número dos y amenaza, 25 meses después, con recuperar el reinado de la ATP. Sin obsesiones, paso a paso, disfrutando de la seductora melodía que dibuja su gran pasión: el tenis.
El horizonte está despejado. Hay motivos para sonreír. Su próximo reto será conquistar por segunda vez el US Open. En estado de gracia, Rafa aterrizará en Nueva York como el máximo favorito para asaltar el muro de cemento de Flushing Meadows Park. La exigencia física y psicológica será aún mayor. Le aguardan batallas a cinco sets bajo los sonidos envolventes de Queens. Sin embargo, nada le hará retroceder ni un milímetro. Es insaciable y aún tiene grandes retos por delante, como son levantar la Copa de Maestros y tomar los Masters 1.000 de París-Bercy, Shanghái y Miami. En todos ellos se ha quedado a las puertas de la gloria. La diferencia estriba en que ahora ha afinado, cuidadosamente, los cordajes de su raqueta e irradia una energía inagotable. No cesará de pelear hasta la extenuación. El artista más inspirado y aclamado del momento reclama su trono. Nadal vuelve a tomar el mando.
Fotos: edition.cnn.com y www.abc.es
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