Toda exposición conlleva un riesgo implícito. España lo ha descubierto pronto en el Zlatorog Arena de Celje. De momento, la derrota ante Eslovenia es tan solo un aviso, una señal que indica la extrema dureza de la competición y la dificultad que entraña alcanzar la gloria. Conviene estar en alerta, abrir bien los ojos y reaccionar a tiempo. La autocrítica siempre es buena para tratar de mejorar y explotar esas virtudes que tantos éxitos nos han reportado. Las dudas pueden ser, hasta cierto punto, lógicas. Sin embargo, este equipo siempre aprende, nunca se viene abajo. Su orgullo, talento y determinación le permiten crecer hasta límites insospechados.
La memoria es, a veces, frágil. No podemos olvidar que esta generación de jugadores ha respondido de un modo excepcional: cinco metales en los últimos seis Europeos (únicamente se quedó fuera del podio en 2005 al ceder el bronce ante Francia). Dos oros, dos platas y un bronce reflejan su ADN ganador en Europa. Fuera de nuestro continente, los hitos también son deslumbrantes: oro en el Mundial de Japón 2006 y dos platas en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012.
España merece, por tanto, más confianza. Las bajas de Pau Gasol, Navarro, Reyes e Ibaka han debilitado su potencial, sobre todo el juego interior, pero el espíritu ganador sigue intacto. Es el momento de trabajar codo con codo y espantar el pesimismo. No se ha perdido nada. El tropiezo ante la anfitriona debe servir de estímulo, como lo ha sido en seis de los siete últimos Europeos. Turquía, Serbia, Croacia y Israel ya nos batieron en la primera fase desde 2001. Siempre aprendimos de los errores. Y este año no será la excepción. Hay muchos argumentos que nos respaldan.
El ataque del combinado nacional pivota en torno a Marc Gasol, un seguro de vida en la zona. El mejor defensor de la NBA ha madurado a pasos agigantados. Impone su ley bajo los tableros y asume la responsabilidad en los momentos más difíciles. Sus promedios son demoledores: 15,5 puntos, 9 rebotes y 20 de valoración. Imparable, con casi nueve faltas recibidas por encuentro. El problema es que necesita más ayuda. Aguilar y, sobre todo, Claver todavía no han dado un paso al frente en ataque, mientras que Xavi Rey y Germán Gabriel, el único integrante de la generación del 80, apenas cuentan con minutos.
Juan Antonio Orenga apuesta por dos bases en la cancha. No renuncia al talento y la magia de Ricky, Calderón y Sergio Rodríguez. Es una buena opción siempre que se pueda correr el contraataque y no se pierdan demasiados balones (14 ante los eslovenos). Otra piedra angular es Rudy, quien debe asumir más galones de líder ante la baja de Navarro. Llull, Mumbrú y San Emeterio tienen mucho que aportar. Les sobra calidad y veteranía. Su ayuda es imprescindible. Hay que funcionar, en definitiva, como un equipo. Todos pueden sumar y sentirse importantes. No es normal que no se hayan alcanzado aún los 70 puntos y que el porcentaje en tiros libres sea de un 66 por ciento.
La prioridad máxima será definir los choques desde la defensa. Si España recupera esa intensidad y prevalecen las ayudas tendrá mucho que decir. La selección encajó 34 puntos ante Eslovenia hasta el minuto 25. En los 15 siguientes se vino abajo tras un parcial de 44-27. Ahí se perdió la batalla, no la guerra. Porque este equipo sigue muy vivo. Lo demostrará el sábado ante la República Checa de Vesely. No le temblará el pulso. Es el momento de dar un golpe sobre la mesa y recuperar sensaciones. Esas señales de aviso deben ser la base de una reacción poderosa e inmediata.
Fotos: http://www.noticiasdenavarra.com y es.eurosport.yahoo.com
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