Pocos podemos cuestionar que un factor como la confianza en sí mismo es clave para superar gran parte de los numerosos obstáculos que se presentan en el camino a lo largo de nuestra vida. Si uno no cree en sus virtudes o valores, ya sea en el terreno personal o en el deportivo, difícilmente alcanzara las metas que se ha propuesto por mucho que otros le alienten constantemente y le transmitan seguridad. Algo así le puede estar pasando a Carlos Suárez, que no acaba de encontrar su identidad como jugador en las filas del Real Madrid.
Con 2,03 y 108 kilos, el ‘Chimpa’ tiene, a priori, unas condiciones inmejorables para jugar tanto en el perímetro como en el poste bajo. Un alero alto, al estilo Álex Mumbrú o Carlos Jiménez, que con 26 años debería apuntar muy alto si tenemos en cuenta su versatilidad y polivalencia, como ya vimos en las filas del Estudiantes, club en el que firmó grandísimas actuaciones desde su debut en la temporada 2004-2005. Un año después era designado jugador revelación de la ACB. Su futuro era más que prometedor. No paraba de mejorar en muchas facetas, como el tiro exterior o el juego de espaldas, lo que le convertía en un auténtico filón de oro para el baloncesto español.
Tocó el cielo en 2010 tras ser elegido mejor alero de la competición nacional y formar parte de un quinteto de auténtico lujo, junto a Ricky Rubio, Navarro, Lorbek y Splitter. Se lo había ganado a pulso, con un duro trabajo que se tradujo en un promedio de 11 puntos y 17 de valoración en 28 minutos de juego. Sus porcentajes resumían su gran estado de forma: 41% en triples, 57% en lanzamientos de dos y 86% desde la línea de personal.
Números que avalaron su fichaje por el Real Madrid en el segundo y último año de Messina. Suárez aceptó con valentía el reto y respondió desde la primera jornada sin que le temblara la muñeca. MVP del mes de octubre, con cinco partidos sobresalientes, confirmaban su progresión: 14,4 puntos por encuentro, 5,8 rebotes y 22,4 de valoración. Los blancos habían acertado plenamente con su incorporación. No pesaban los 1,3 millones de euros desembolsados. El madrileño le ganó la partida a Velickovic, incapaz de jugar de alero, aunque su anotación bajó hasta los 9,5 puntos.
Sin embargo, el sueño del ‘Chimpa’ comenzó a torcerse tras la dimisión del técnico italiano. A la mala imagen mostrada por su equipo en la Final Four de Barcelona y en la Liga se sumó su doloroso descarte del Eurobasket 2011. La decisión de Scariolo le hizo tanto daño a nivel moral que lastró en demasía su rendimiento. Perdió frescura, intensidad y, sobre todo, confianza, un valor que hasta ahora le había acompañado.
En su primer año, Pablo Laso le pidió que recuperara su rol de jugador polivalente que deslumbró en Estudiantes, pero Suárez se vio superado también por la mayor competitividad de la plantilla; primero por la llegada de Rudy Fernández y más tarde por la incorporación de Kyle Singler. Su rol pasó a ser más secundario, con un promedio de seis puntos y 19 minutos en pista. Para colmo, Scariolo volvió a dejarle fuera de la Selección y no pudo participar en las Olimpiadas de Londres.
Lejos de reaccionar, el dorsal número ocho del Real Madrid continúa alimentando su pesadilla deportiva. Pese a acumular más experiencia, sus porcentajes son peores que en su primer año en la ACB: 34% en lanzamientos de tres, 38% en tiros de dos y 60% en libres. Lo cierto es que Laso no sabe ya cómo hacerle reaccionar. No falta en la mayoría de los quintetos titulares de los merengues, pero siempre acaba olvidado en el banquillo.
Únicamente aporta cuatro puntos y una valoración de siete en los 17 minutos que juega. ¿Qué le pasa a Carlos Suárez? ¿Por qué no reacciona y alarga su regresión? ¿Volveremos a ver al jugador desequilibrante que ‘enamoró’ a Messina? No es fácil responder a estas interrogantes, pero lo cierto es que, más allá de los números, las sensaciones no son nada halagüeñas. Esa hipotética mejoría no dependería exclusivamente de su entorno, sino más bien de él, de una pronta reacción. La confianza se puede perder, a diferencia del talento.
Es cierto que resulta muy difícil competir por el puesto con jugadores como Rudy o Carroll, pero sí resulta más factible hacerlo con Pocius, quien a pesar de las lesiones que está padeciendo muestra más descaro y gallardía que el de Aranjuez. Tal vez nos encontramos ante un nuevo caso Velickovic, que pasó de la gloria al fracaso en un corto espacio de tiempo. Eso sí, Suárez tiene la última palabra para silenciar las críticas y volver a ser ese alero determinante y polivalente que no se arrugaba ante nada ni nadie. ¿Lo conseguirá?
Fotos: es.globedia.com y http://www.blogdebasket.com
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