El búnker alemán continúa siendo indestructible, totalmente inexpugnable para los equipos españoles. Bayern y Borussia están construidos desde una base muy sólida: un modelo de fútbol en el que impera el orden, el buen trato del balón y la capacidad física. Han exhibido galones de campeón de una manera rotunda, sin ningún tipo de concesión. Un golpe de autoridad en toda regla que debe invitar a la reflexión tanto al Barcelona como al Real Madrid, que se han visto completamente indefensos ante la aplastante superioridad germana.
Goleadas de escándalo. 4-0 en Múnich y 4-1 en Dortmund. La Bundesliga está por encima de todos los campeonatos europeos. Hay que rendirse a la evidencia y quitarse la venda de los ojos. Messi y Cristiano Ronaldo, los dos mejores jugadores del mundo, no son suficientes para frenar la imparable locomotora bávara, que se ha llevado por delante las esperanzas de ver una final española en la Champions. Alemania domina el viejo continente a nivel de clubes y amenaza con extender su reinado a base de talonario, talento y trabajo, mucho trabajo. Por algo está Pep Guardiola en el Bayern. Armará un equipo aún más competitivo. Ya ha atado a Götze y el siguiente puede Lewandowski, dos piezas fundamentales en los esquemas de un Borussia infranqueable. Es para echarse a temblar.
El hundimiento de blaugranas y merengues se explica desde diferentes visiones. Los culés han llegado muy tocados a nivel físico. Messi, como se ha comprobado, no estaba en condiciones de jugar los 90 minutos de un choque tan crucial. El argentino necesita a su lado un delantero de primer nivel que le permita dosificarse y ganar más espacio en el campo. Xavi, el cerebro del equipo, no ha podido rendir al nivel sublime de otros años por culpa de los acuciantes problemas físicos, lo que también ha provocado un mayor desgaste en Busquets, clave en los esquemas de Tito Vilanova, cuya enfermedad también ha afectado al club. Y la defensa se ha quedado muy debilitada con las bajas de Mascherano y Puyol. ¿Fin de ciclo? En absoluto. Caer eliminado en las semifinales de la Champions y ganar la Liga con tanta holgura no es ningún fracaso. Eso sí, el Barça necesita fichar bien para poder rotar mejor una plantilla que, a mi juicio, se ha quedado un tanto descompensada y corta para las grandes citas. Sufrió en Milán y París. Al final, salió escaldado del Allianz Arena. Sólo queda levantarse.
La imagen exhibida por el Madrid en el antiguo Westfalenstadion fue lamentable, impropia de un equipo grande. Que Pepe reconociera que “esperaba un partido más fácil” deja en muy mal lugar a los jugadores y al cuerpo técnico. Los dos partidos de la fase de grupos no han servido para nada. Mourinho no ha sido capaz de diseñar un plan coherente para detener el talento del conjunto de Klopp, que le ha ganado la partida a nivel táctico a un entrenador ‘top’ que sigue sin reconocer sus errores. Mal camino, peor final. La falta de creación obliga, tristemente, al fútbol directo, a los pelotazos. Porque los blancos no saben jugar con el balón pese a tener jugadores como Xabi Alonso y, sobre todo, Özil. Por eso no es de extrañar que el mejor del partido fuera Diego López. La goleada, por cierto, pudo ser aún más sonrojante. Cura de humildad.
La remontada es el único consuelo. No obstante, conviene ser sensatos. ¿Están preparados Barça y Madrid para darle la vuelta a esta situación tan crítica? El poder pertenece, a día de hoy, a los alemanes, aunque todavía haya que jugar en el Camp Nou y el Bernabéu. Los milagros existen, pero pocas veces suceden. Y son imposibles cuando el nivel de uno y otro contendiente es tan desigual. Ojalá me equivoque, pero lamentablemente es la gloria alemana la que espera en Wembley. El fútbol ha dictado sentencia. Hay que acatarlo.