Nadal no tiene límites

Publicado: 18/03/2013 en Tenis
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Pocos deportistas de élite, contados con los dedos de una mano, son capaces de levantarse y volver a caminar hacia la gloria cuando sufren un golpe emocional tan duro como no poder representar a su país en unos Juegos Olímpicos. A la tremenda carga emocional se sumaba, en este caso, otra aún más pesada: la física. Rafa Nadal se veía obligado a parar de inmediato, ya no podía forzar más la máquina, su cuerpo había dicho basta. Las molestias de su rodilla izquierda se hicieron totalmente insoportables. No le quedó más remedio que aceptarlo con resignación, guardar reposo absoluto y, sobre todo, no arriesgar, sin fijar plazos exactos para su vuelta a las pistas. Las prisas siempre son malas consejeras y el manacorí, inteligente y muy sensato, no quiso precipitarse y esquivó la presión mediática con una madurez fuera de lo normal.

rafa lesión

Lo más importante, más allá de su posición en el ranking de la ATP, era recuperarse totalmente, que desaparecieran esos horribles dolores que tanto le estaban torturando después de levantar su séptimo Roland Garros y acabaron por pasarle factura en Wimbledon. No podía más, no había otra alternativa. La tendinitis crónica le había ganado, esta vez, el juego, incluso el set, pero Rafa no quería perder el partido ni con match-ball en contra. Precipitarse hubiera significado la rotura del tendón rotuliano y pasar por el quirófano, lo que hubiera acortado, y mucho, su carrera deportiva. Quedaban por delante interminables horas de gimnasio y muchísimo sacrificio para dejar atrás los problemas físicos. El calvario se alargó siete meses, más de 200 días sin poder competir y disfrutar del tenis. Días de tristeza, frustración y rabia, pero también de lucha, valentía y superación.

Con la motivación intacta, Nadal reapareció en febrero para disputar el torneo chileno de Viña del Mar. Comenzó, lógicamente, dubitativo, pero poco a poco fue ganando la confianza necesaria en su juego para plantarse en la final. Toda una victoria moral que ni siquiera perdió brillo con su derrota ante Zeballos. Los progresos eran evidentes, sólo faltaba encontrar una mayor constancia en los golpes y ganar ritmo. Y esos buenos síntomas se prolongaron en Acapulco y Brasil. Vientos de cambio, el huracán de Manacor estaba de vuelta y comenzaba, de nuevo, a arrasar.

Rafael Nadal

Sin embargo, aún quedaba una prueba de fuego para medir el grado de su mejoría: la pista dura. El calor y la exigencia de Indian Wells, con todos los favoritos en el cartel, no amedrentaron a Rafa. Su adrenalina de gladiador aliviaba cualquier duda. La rodilla funcionó a las mil maravillas, no habíamos vivido un espejismo. Se deshizo de jugadores de la talla de Federer y Berdych, citándose con Del Potro, verdugo de Djokovic y Murray, en el partido decisivo. El mapa no amenazaba tormenta hasta que el argentino, magistral, le dio la vuelta al primer set con un parcial de seis juegos a uno y acarició el triunfo con 2-0 en la segunda manga. Entonces apareció la magia y la furia de Nadal, cuya resistencia continúa siendo inagotable. Movimientos rápidos, golpes de ensueño, derechazos a la línea … Potencia y precisión, todo en uno, para levantar un nuevo título en pista rápida tras el logrado en Tokio en octubre de 2010.

Tercer título en Indian Wells, 53 torneos como profesional y victoria número 600 en la ATP. Números increíbles de un genio sobrenatural e insaciable. Nadal ya es el jugador con más Masters 1000 de la historia, suma 22. Atesora un talento infinito, pero nunca le veremos sacando pecho. Su humildad es envidiable y le convierte, sin lugar a dudas, en un ejemplo a seguir. No hay reto que se le resista a este gigante, que suma 17 triunfos y una sola derrota desde su vuelta. Ahora toca descansar y dosificar fuerzas para los torneos de tierra batida, su superficie favorita. No lo veremos en un mes, hasta mediados de abril en Montecarlo, pero siempre estará en nuestros corazones. Su superación no tiene límites. El calvario de las lesiones ya es historia, toca disfrutar con su juego. Bienvenido Rafa.

nadal júbilo

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